Il 15 Maggio scorso padre Giannicola mi chiese di scrivere un pensiero sul viaggio che stavamo per intraprendere verso Mérida (Mexico); mancavano 3 mesi e non riuscivo nemmeno a immaginare ciò a cui sarei andato incontro. Nel testo scrissi che avrei sfruttato l’occasione per diventare una persona migliore e altre “frasi fatte” simili, non potendo veramente concepire quanto questa esperienza mi avrebbe cambiato.
“Il Messico non è un paese, ma uno stato mentale”, così uno dei confratelli Barnabiti, padre Miguel, ci ha descritto il paese in cui egli da qualche anno presta servizio. Noi abbiamo avuto la fortuna di poter verificare quanto realistica sia quella affermazione.
Durante l’esperienza, infatti, siamo riusciti ad abbattere ogni barriera culturale e linguistica che si è posta sul nostro cammino; abbiamo iniziato giocando con i bambini, che sono il futuro e il motore del mondo, e proprio per questo sono i primi a cui bisogna prestare attenzione. Poi il legame si è esteso anche alle famiglie che ci hanno invitato nelle loro case, raccontato le loro storie, fatto assaggiare i piatti tipici e aiutato a comprendere quella che a noi si è presentata come una realtà utopistica.
Difatti ogni persona che abbiamo incontrato a Merida, qualsiasi cosa succedesse, era sempre pronta ad aiutarti e a darti tutto ciò che poteva, anche se, di materiale, non possedeva niente. Questo è il motivo per cui ognuno di loro avrà sempre un posto nel mio cuore.
Prima di partire dissi che ero pronto a migliorare come persona, dando per scontato che il processo sarebbe avvenuto per merito mio. Ad oggi, rientrato a casa, con la volontà e l’intenzione di ritornare il prima possibile, sono invece convinto di essere riuscito a raggiungere questo “obiettivo” soltanto grazie all’amore e alla dedizione che tutte le persone che ho incontrato in questo viaggio hanno messo a mia disposizione. In primis padre Giannicola che si è fatto carico di organizzare e unire i ragazzi italiani con cui sono partito; poi padre Stefano che ci ha fatto conoscere la vita del carcere e padre Miguel tramite il quale abbiamo organizzato il “campamento” che ci ha permesso di conoscere dei bambini stupendi; quindi gli animatori messicani, che sempre hanno fatto di tutto per farci sentire a casa, riuscendo pienamente nel loro intento; infine “mamma” Yanely con marito e i loro 5 figli, che hanno accolto 8 persone in casa sua come se fosse la cosa più comune del mondo, mettendosi al nostro servizio per ogni necessità.
Non so se sarà mai possibile tornare e non so se altre esperienze del genere, una volta fatta la prima, mi cambieranno e colpiranno con lo stesso impatto però, quel che è certo, è che dopo queste due settimane sono pronto a rimettermi in gioco ogni qualvolta sarà possibile pur di aiutare chi vive in condizioni meno fortunate delle mie.
Grazie a tutti coloro che hanno reso possibile e mi hanno accompagnato in questa fantastica esperienza con l’augurio di rivederci ancora per non dimenticare mai quanto passato insieme.
¡Viva Mexico!
Michele L. – Bologna
Volontariato
Campamento de verano – PP. Barnabitas Mérida – Yucatán. ¡Adelante 2023!
Con este lema comienza oficialmente nuestra aventura junto a los padres Barnabitas de Mérida – Yucatán, México.
Con gusto publicamos las expectativas de cuatro de nuestros voluntarios entre los 9 que vivirán esta oportunidad:
Cuando cumples18 años, el verano representa la libertad, las salidas con los amigos, las primeras vacaciones juntos y yo también me imaginaba que pasaría mi verano así. Luego se me presentó un viaje a México, como voluntario, en una misión de los padres Barnabitas: ¡no tardé en cambiar de opinión! Al principio estaba muy indeciso porque significaba, y sigue significando, hacer solo el primer viaje al extranjero, pero las preocupaciones no se limitan a eso; los diferentes usos y costumbres pueden representar un obstáculo difícil de superar, y ni hablar del idioma -del que conozco pocas palabras-. Sin embargo, creo que todo esto es un “riesgo” que vale la pena correr, porque experiencias de este tipo, a mi edad, ocurren sólo una vez en la vida y espero que sean formativas tanto a nivel personal como en términos de interacción con los demás. También estoy convencido de que ver y poder tocar con mis propias manos las carencias y las dificultades de otras sociedades puede darme una apertura mental que hoy, en un mundo que tiende cada vez más al egoísmo y al bienestar personal, es una característica fundamental poseer Así que a la pregunta del Padre Giannicola “¿por qué elegiste embarcarte en esta aventura?” respondo: para poder mejorar, como persona y como joven, y, a mi manera pequeña, esperando poder dar una mano prestándome a todos los servicios necesarios.
Michele LaD. – Bolonia
En agosto del 2023, a pesar de mi corta edad, estaré a punto de vivir una experiencia destinada a marcarme para el resto de mi vida. La oportunidad de embarcarme en un viaje así siempre ha sido un sueño para mí. De hecho, desde niño, he tenido el compromiso de intentar ayudar a los demás, pero ninguna actividad de voluntariado en la que he participado se puede comparar con esta futura experiencia. Ir a un lugar tan lejano y culturalmente diferente será profundamente educativo, me ayudará a crecer y madurar. Será un viaje inolvidable, en el que mejoraré mi sentido de la empatía y en el que viviré de primera mano las dificultades a las que algunas personas están acostumbradas a vivir. Espero sinceramente poder contribuir a las comunidades que encontraremos, siendo conscientes de las dificultades que podemos encontrar. Finalmente seré capaz de ayudar realmente a alguien, yendo directamente a los lugares que necesitan. Probablemente, emprender un viaje así a los 18 años requiere un poco de valentía e inconsciencia, pero la posibilidad de ser realmente útil en mi vida es un impulso más fuerte que los miedos. En pocas palabras, en unos meses viviré lo que, desde chico, siempre he soñado, y la esperanza es estar a la altura de todo lo que se requerirá de mí.
Arturo M. – Bolonia
Siempre me han fascinado las experiencias de voluntariado, de aquellos que volaban al extranjero para dedicar su tiempo a ayudar a otras personas, a transmitir su cultura y tradición, o simplemente a entretener a los niños pero también a los adultos que cada día están en contacto con una realidad bastante diferente. y complicada comparado con la, pero igualmente fascinante. Este año también tendré la oportunidad de poder vivir una experiencia de este tipo, más precisamente una experiencia de voluntariado en México, en la ciudad de Mérida, con los Padres Barnabitas. Aunque es un camino largo, lleno de compromiso y sacrificio, no dudé ni un momento en confirmar mi presencia para sumarme al proyecto. En el momento en que me llegó la propuesta, sentí dentro de mí el sentido del deber que siempre he tenido con el voluntariado, comprendí que era hora de profundizar y ampliar mi camino, que partía del servicio prestado en el comedor de los pobres de la ciudad de Como, a un viaje al extranjero que me hubiera dejado una huella imborrable. Creo que el objetivo del viaje, junto con otros jóvenes, será diseñar y organizar actividades que puedan estimular a los niños especialmente a nivel social y en el campo del aprendizaje, a través de juegos, canciones y talleres al aire libre. De este viaje espero volver como una persona nueva pero sobre todo enriquecida: estoy segura que el espíritu genuino, especialmente de los niños, me llenará de alegría, haciéndome comprender que la alegría y la alegría de la niñez se encuentran también en las circunstancias más difíciles. Estos son mis propósitos de partir y emprender un viaje en el que pondré todo mi esfuerzo y fuerza, para dar mi aporte y marcar la diferencia en mi vida y la de algunas personas.
Lucrecia S. – Como
¡¡15 días en Mérida (México) participando en actividades de entretenimiento para niños del lugar, junto con un grupo de adolescentes italianos y otros jóvenes de las comunidades locales de los Padres Barnabitas!! Cuando pienso en este extraordinario viaje, me llena una gran emoción, porque sé que esta experiencia cambiará mi vida y dejará una huella imborrable en mi corazón. No puedo evitar pensar en todas esas sonrisas que veré y la energía contagiosa de las personas que conoceré a lo largo de mi viaje. Siento que me enriquecerán, mucho más de lo que yo podré hacer por ellos. Imagino las caras curiosas de los niños mientras comparto con ellos momentos de juego, creatividad y divertido. Me pregunto cuáles son sus historias, sueños y esperanzas. Tengo muchas ganas de sumergirme en su cultura, aprender de sus tradiciones y descubrir nuevas formas de ver el mundo a través de sus ojos. Al mismo tiempo, admito que hay cierta ansiedad que me acompaña, pero creo que es normal sentirme así cuando me aventuro en un territorio desconocido. Saber que tengo la oportunidad de hacer una diferencia en la vida de estos niños me llena de gratitud. Quizás no todo sea fácil, pero tengo fe en mis habilidades y en el apoyo de los demás muchachos que me acompañarán en esta aventura. Mientras me preparo para ir, me concentro en lo que puedo ofrecer y cómo puedo ayudar a crear un impacto positivo. Estoy llena de ilusión y ganas de hacer especiales estos momentos, de compartir amor, alegría y sonrisas con todas las personas que encontraré en estas dos semanas. Así que, con la bolsa llena de ilusión y el corazón abierto, partí rumbo a Mérida, dispuesto a comenzar esta extraordinaria aventura. Espero dejar una impresión duradera y crear recuerdos que llevaré conmigo toda la vida.
Ricardo S. – Lodi
¡Adelante 2023! Campamentos de Verano
¡Adelante 2023! Campamento de verano. Con questo motto comincia ufficialmente la nostra avventure con i PP. Barnabitas di Mérida – Yucatán, in Messico. Pubblichiamo volentieri le attese di quattro nostri volontari tra i 9 che vivranno questa opportunità.
Quando hai 18 anni l’estate rappresenta la libertà, le uscite con gli amici, le prime vacanze insieme e anche io immaginavo che avrei passato la mia estate così. Poi mi è stata presentato un viaggio in Messico, da volontario, in una missione di padri Barnabiti: non ci ho messo molto a cambiare idea!
Inizialmente, ero molto indeciso perché significava, e significa tuttora, intraprendere il primo viaggio all’estero da solo, ma le preoccupazioni non si limitano solo a questo; gli usi e costumi diversi potrebbero rappresentare un ostacolo difficile da superare, per non parlare della lingua della quale conosco solo poche parole. Credo però che tutto ciò sia un “rischio” che vale la pena correre, perché esperienze del genere, alla mia età, capitano una volta sola nella vita e spero siano sia formative a livello personale che a livello di interazioni con gli altri. Inoltre sono convinto che vedere e poter toccare con mano la povertà e le difficoltà delle altre popolazioni possa darmi un’apertura mentale che ad oggi, in un mondo che tende sempre di più all’egoismo e al benestare personale, è una caratteristica fondamentale da possedere. Quindi alla domanda di padre Giannicola “perché hai scelto di imbarcarti in questa avventura” rispondo: per poter migliorare, come persona e come giovane uomo, e, nel mio piccolo, sperando di poter dare una mano prestandomi ad ogni servizio necessario.
Michele LaD. – Bologna
Ad agosto 2023, nonostante la mia giovane età, mi accingerò a vivere un’esperienza destinata a segnarmi per tutta la vita. L’opportunità di intraprendere un viaggio del genere è sempre stato un sogno per me. Fin da piccolo, infatti, mi sono impegnato nel cercare di aiutare il prossimo, ma nessuna attività di volontariato a cui ho partecipato può essere paragonata a questa futura esperienza.
Recarsi in un luogo tanto lontano quanto culturalmente diverso sarà profondamente formativo, mi aiuterà a crescere e a maturare. Sarà un viaggio indimenticabile, nel quale migliorerò il mio senso empatico e nel quale vivrò in prima persona le difficoltà con cui alcune persone sono abituate a vivere. Spero vivamente di poter dare il mio contributo alle comunità che incontreremo, pur essendo consapevole delle difficoltà che potremmo incontrare. Finalmente sarò in grado di aiutare veramente qualcuno, recandomi proprio nei luoghi di necessità. Probabilmente, per intraprendere un viaggio del genere a soli 18 anni, è necessario un po’ di coraggio e di inconsapevolezza, ma la possibilità di essere realmente utile nel corso della mia vita è un impulso più forte delle paure.
In poche parole, tra pochi mesi vivrò quello che il piccolo me ha sempre sognato, e la speranza è quella di essere all’altezza per tutto ciò che mi verrà richiesto.
Arturo M. – Bologna
Sono sempre stata affascinata dalle esperienze di volontariato, di chi volava oltreoceano per spendere il proprio tempo aiutando altre persone, per trasmettere la propria cultura e tradizione, o semplicemente per far divertire bambini ma anche adulti che quotidianamente si trovano a contatto con una realtà alquanto diversa e complicata rispetto alla nostra, ma altrettanto affascinante.
Quest’anno si è presentata anche a me l’occasione di poter vivere un’esperienza di questo genere, più precisamente un’esperienza di volontariato in Messico, Mérida, con i Padri Barnabiti.
Nonostante si tratti di un lungo viaggio, carico di impegno e sacrificio, non ho esitato un istante a confermare la mia presenza per aderire al progetto.
Nell’istante in cui mi è giunta la proposta, ho sentito dentro di me il senso del dovere che ho sempre avuto nei confronti del volontariato, ho capito che era il momento di approfondire e allargare il mio percorso, partito dal servizio prestato presso la mensa dei poveri della città di Como, a un viaggio oltreoceano che avrebbe lasciato dentro di me un segno indelebile.
Credo che l’obiettivo del viaggio, insieme ad altri giovani, sarà quello di ideare e organizzare attività che possano stimolare i bambini soprattutto a livello sociale e nell’ambito dell’apprendimento, tramite il gioco, canzoni e laboratori all’aria aperta.
Da questo viaggio mi aspetto di tornare una persona nuova ma soprattutto arricchita: sono sicura che lo spirito genuino, in particolare dei bambini, mi riempirà di gioia, facendomi capire che si può trovare la spensieratezza e la felicità dell’infanzia anche nelle circostanze più difficili.
Questi i miei propositi per partire e imbarcarmi in un viaggio in cui metterò tutto il mio impegno e la mia forza, per dare il mio contributo e fare la differenza nella vita mia e di alcune persone.
Lucrezia Sammartano – Como
15 giorni a Merida (Messico) impegnati a svolgere attività di animazione per i bambini del posto insieme a un gruppo di ragazzi italiani e altri giovani delle comunità locali dei Padri Barnabiti?
Quando penso a questo straordinario viaggio, sono pervaso da una grande emozione, perché so che questa esperienza cambierà la mia vita e lascerà un’impronta indelebile nel mio cuore. Non posso fare a meno di pensare a tutti quei sorrisi che vedrò e all’energia contagiosa delle persone che incontrerò lungo il mio percorso. Sento che saranno loro ad arricchire me, molto più di quanto potrò fare io per loro.
Immagino i volti curiosi dei bambini mentre condivido con loro momenti di gioco, creatività e
divertimento. Mi chiedo quali siano le loro storie, i loro sogni e speranze. Sono ansioso di immergermi nella loro cultura, di imparare dalle loro tradizioni e di scoprire nuovi modi di vedere il mondo attraverso i loro occhi.
Allo stesso tempo, ammetto che c’è un po’ ansia che mi accompagna, ma credo sia normale sentirsi così quando ci si avventura in territori sconosciuti.
La consapevolezza di avere l’opportunità di fare la differenza nella vita di questi bambini mi riempie di gratitudine. Forse non sarà tutto facile, ma ho fiducia nelle mie capacità e nel supporto degli altri ragazzi che mi accompagneranno in questa avventura.
Mentre mi preparo a partire, mi concentro su ciò che posso offrire e su come posso contribuire a creare un impatto positivo. Sono pieno di speranza e desiderio di rendere questi momenti speciali, di condividere amore, gioia e sorrisi con tutte le persone che incontrerò in queste due settimane.
Quindi, con un bagaglio pieno di entusiasmo e un cuore aperto, mi avvio verso Mèrida, pronto a iniziare questa straordinaria avventura. Non vedo l’ora di lasciare un’impronta duratura e di creare ricordi che porterò con me per tutta la vita.
Riccardo S. – Lodi
490 anni!
«È proprio dei grandi cuori mettersi al servizio degli altri senza ricompensa e combattere non in vista della paga»
Era il 18 febbraio 1533 quando a Bologna Papa Clemente VII concedeva, al cremonese Sant’Antonio Maria Zaccaria, il Breve di Approvazione dei Chierici Regolari di S. Paolo, che i milanesi chiameranno poi Barnabiti dal nome della loro prima sede, la chiesa milanese di S. Barnaba. È uno dei più antichi ordini di chierici regolari nella storia della Chiesa e ad esso partecipano anche l’istituto religioso delle Suore Angeliche di San Paolo, congregazione parallela a quella maschile dei Barnabiti, e i Laici di S. Paolo. L’Ordine ha quindi anticipato e, in un certo senso, anche preannunciato la Riforma cattolica nei confronti della Riforma protestante in Europa.
I primi gruppi erano assiduamente dediti a poveri, ammalati e ai giovani. Nei decenni successivi, la continua ricerca della santità e il notevole altruismo con il quale i gruppi barnabitici erano conosciuti, ha coinvolto ed affascinato le aristocrazie, nonché il ceto medio borghese, delle cittadine lombarde. Ad oggi, son passati 490 anni da quel giorno e si può affermare con certezza che “qualcosina” è stato fatto. Ad esempio, il prefetto dell’Archivio Segreto del Vaticano è il barnabita padre Sergio Pagano. Preferisco però soffermarmi maggiormente su ciò che i Chierici Regolari lasciano a chi li conosce da vicino piuttosto che sulle figure politiche-religiose.
I Barnabiti si trovano difatti in tutto il mondo, anche dove l’intolleranza religiosa e la violenza sono la normalità per gli abitanti del posto: dalle Americhe (USA, Messico, Brasile, Argentina e Cile) fino all’Asia (Filippine, India, Indonesia e Afghanistan) passando per l’Africa (RD Congo e Ruanda e Tanzania) con numerose comunità nonché case religiose. Come allora, la missione dei Padri è quella di prendersi cura della gioventù negli oratori e nelle scuole. Contribuiscono infatti alla formazione umana, insegnando ai ragazzi non soltanto conoscenze teoriche, ma anche valori spirituali e cristiani. E questo perché la scuola, come voleva il Fondatore, è vista da sempre come uno strumento prezioso di evangelizzazione e promozione umana.
Come ha rilasciato in molte interviste padre Pasquale Riillo, si può pensare che parte del successo, e aggiungerei anche dell’umiltà, di Parini, Manzoni e Montale sia avvenuto sì grazie alla loro genialità, ma anche per una educazione basata sulle nozioni scolastiche, ma quasi sicuramente anche su valori come il rispetto, l’educazione e la disciplina, fondamentali per la vita di tutti i giorni.
Insieme a mio fratello ho avuto la fortuna di essere cresciuto in un ambiente barnabitico. In realtà, è una situazione che si ripete da diverse generazioni perché molti nostri parenti hanno studiato dai Barnabiti presso il Collegio San Francesco di Lodi. Ai tempi di padre Fiore e padre Mancini, quando mia madre e mio zio erano dei giovani adolescenti, il Collegio registrava molti iscritti ed era molto rinomato nell’ambiente Lombardo. Erano circa 700 alunni, per lo più convittori e cioè studenti che vivevano nella struttura ecclesiastica, che frequentavano. Il ricordo che si portano dietro di quegli anni è molto positivo, spesso ci raccontano di storie che succedevano a scuola oppure nel convitto e nei chiostri. Ne accadevano di ogni colore, erano altri tempi e tutti ci ridevano sopra per quello che veniva commesso. Questo faceva sì che si creasse anche uno spirito di appartenenza e di grande famiglia allargata, oggi parleremmo di teambuilding, tra gli studenti che prima di essere compagni di scuola o di camera erano amici nella vita quotidiana. Per Lodi giravano sempre insieme, tutta la città li riconosceva ed era un po’ come quello che adesso vediamo nelle serie tv ambientate nei college americani. Molti di loro sono rimasti tutt’ora amici, altri invece si sono persi, ma quando ci sono gli incontri degli ex alunni, si riconoscono e ridono ancora insieme raccontandosi le vicende del SanFra. Le generazioni successive, come la mia o quella di mio fratello, non hanno potuto purtroppo godere gli anni migliori per via della crisi religiosa che ha colpito la Chiesa e di conseguenza anche il Collegio. Gli iscritti sono drasticamente calati per diversi motivi sui quali non mi voglio tanto soffermare, ma tra i quali possiamo annoverare un corpo docente laico che non ha la stessa passione e grinta posseduta dai sacerdoti, un disinteresse generale verso la cultura e anche una società meno religiosa. Tutto questo porta una famiglia a non investire tanto economicamente in una scuola paritaria e per una educazione ecclesiastica. Nonostante ciò, posso lo stesso dire che i principi e i sani valori non si sono persi con il tempo e, seppur in un numero più ristretto, le persone cercano e portano ancora avanti le opere apostoliche dei Barnabiti. Il volontariato, ricordiamo l’affermazione con la quale
«È proprio dei grandi cuori mettersi al servizio degli altri senza ricompensa e combattere non in vista della paga», così Sant’Antonio Maria Zaccaria ha voluto spiegare la visione del suo Ordine. Qui attinge anche l’attuale volontariato zaccariano che grazie al dialogo tra vecchie e nuove leve i Padri riescono ad avere iniziative più smart per raccogliere fondi e raggiungere lo stesso tutte le classi della società attuale. Ne è un esempio l’iniziativa pasquale che trovate sul nostro Blog www.giovanibarnabiti.it, con la quale attraverso l’offerta di colombe artigianali si cerca di raccogliere dei fondi per il progetto “dona un futuro” per bambini di Merida in Messico, attività estiva dei giovani volontari zaccariani con i Padri e i giovani del posto.
I tempi cambiano e di conseguenza anche le persone devono evolversi e adattarsi. Posso affermare, con il consenso anche di alcuni miei ex compagni nonché amici, che i padri si sono adattati bene e riescono a tenere unite le persone sotto un unico grande tetto senza distinzioni tra gli Ordini o tra le città di provenienza. Quando ci si vede sembra di conoscersi da molto tempo e nessun altro istituto lo può insegnare, anzi tantissimi compagni di classe finita la scuola non si cercano più. Qui addirittura studenti di diverse età e diverse strutture barnabitiche chiacchierano insieme come se nulla fosse. Pensate, sembra scontato, ma con l’avvento di Internet la comunità giovanile è ancora più unita e coesa anche al di fuori dei propri confini nazionali. Come se prima di essere italiani, brasiliani o indiani fossimo barnabiti; penso fosse stata proprio questa la volontà del Fondatore.
Marco C. – Milano
Svegli alle 8
Perché mai l’8 / 08 alle 8.00 del mattino essere svegli (per forza o per davvero non saprei) a Mil8 (Milot la missione dei Barnabiti in Albania)?
Amici e colleghi e … a quest’ora ancora dormono o sono in questo o quel luogo ameno dove il caldo c’è ma non insidia come qui, dove cornetti/brioches e cappuccini imperversano e, nonostante ciò, alcuni giovani italiani e albanesi sono svegli per… (udite, udite anzi leggete, leggete) per giocare.
Sì, per giocare. Termine e concetto forse desueto, ma questi giovani sono qui per giocare, perché il gioco, libero, senza smartphone (o quasi) con qualche regola da raggirare (altrimenti che gioco sarebbe?) è sempre importante per crescere e far crescere.
In questa società mondiale dove bambini e adolescenti sono sempre più fagocitati dal gioco virtuale e dalle relazioni virtuali post(?)Covid; scommettere su un giocare reale, sbucciarsi ancora le ginocchia, tradurre le regole dall’italiano all’albanese; affrontare ragazzini esuberanti (per usare un eufemismo) che vogliono boicottare i giochi solo per dirci: “Ci siamo anche noi!”; scoprire quali sono i giochi migliori da proporre e realizzare secondo le loro esigenze e non le nostre idee; in questa società mondiale fagocitata dal virtuale, il gioco è la carta più bella da giocare per costruire il futuro. (Permettetemi una digressione geopolitica: per costruire la pace, nonostante questa terza guerra mondiale a pezzi!)
Venire a Mil8 richiede di “consumare” i giorni delle proprie ferie, di far finta di non essere stanchi del lavoro a Roma o Milano o Cremona o Firenze o…; diciamolo con franchezza, richiede un po’ tanta incoscienza! Quella incoscienza che spesso i barnabiti predicano in nome di sant’Antonio Maria Zaccaria! Una incoscienza zaccariana che questi nostri giovani realizzano anche se non conoscono a memoria gli Scritti di SAMZ.
Svegli alle 8 dell’8/08 a Mil8 perché il buon giorno si vede dal mattino.
Svegli alle 8 per svegliare noi adulti, per dirci che nonostante tutto qui e in altre parti dell’Albania o del mondo ci sono ancora persone che credono nella possibilità di fare il bene perché prima di tutto raccolgono bene per se stessi. Perché tutti abbiamo bisogno di bene.
In questi due anni questi giovani hanno lavorato molto da remoto per tenere viva la propria passione per Mil8, per la nostra missione, per la propria amicizia nata con i primi KampiVeror 15 anni fa; per capitalizzare le esperienze, le sfide, gli errori, per ricordare che il bene va sempre coltivato; per essere credibili verso tutti coloro che hanno offerto soldi e strutture per far funzionare la “macchina”, non potendo essere qui concretamente (grazie davvero a tutti gli sponsor di questa estate).
Questi due anni da remoto non potevano restare “remoti”, avevano bisogno di concretezza, del campo da gioco di Mil8, nonostante tante difficoltà. Per questo ai nostri giovani italiani e di Milot e FusheMilot e Gallate non costa fatica essere svegli alle 8 anche questo 8/08 a Mil8!
Sicuramente o quasi questo sarà l’utlimo KampiVeror a Milot perché la missione tra qualche mese chiuderà: ognuno elabori le proprie riflessioni e conseguenze. Abbiate almeno il coraggio e la pietas di ringraziare questi giovani svegli alle 8 dell’8/08 a Mil8!
Sicuramente questi giovani già svegli alle 8 di questo 8/08 a Mil8 sapranno elaborare altre sorprese e sollecitare noi adulti e barnabiti a continuare a giocare nella vigna del Signore. Prendiamoci le nostre responsabilità!
Grazie giovani zaccariani già svegli alle 8 del 8/08 a Mil8!
Faleminderit, Zoti ju bekoftë
Giannicola Maria Simone prete
Il tesoro che è in te
Giovani lavoratori e universitari che investono parte delle loro vacanze per correre dietro a una ciurma di calamai(così si dice bambini in Albania) con i quali scrivere e disegnare 10 giorni di serenità, allegria e opportunità per crescere sono una realtà anche questa estate 2019.
Giocare e far giocare aiuta a crescere i piccoli come i grandi al di là di ogni appartenenza sociale, linguistica, culturale o religiosa. Aiuta a trovare “il tesoro che è in te” come recita lo slogan di questa estate.
Forse è una non notizia? Non per quella parte di mondo che crede nel bene. 10 giovani italiani insieme a 15/20 adolescenti albanesi che volontariamente tra una incomprensione linguistica e la scoperta di affinità e differenze culturali non perdono la voglia di costruire un percorso di crescita tanto piccolo quanto importante come il seme della senape!
Il lavoro dei volontari del kampiveror2019, di questi giovani zaccariani è proprio il lavoro di quel piccolo seme di senape che invisibilmente e silenziosamente produce una grande pianta capace di offrire ombra, riparo dal sole e dalla calura.
Un’ombra che sono valori di dedizione, responsabilità, condivisione, pazienza, professionalità, creatività, amicizia e fraternità. Il kampiveror2019 è anche questo insieme di valori vissuti e offerti per aiutare una frazione di questa piccola nazione albanese a crescere con maggiore dignità e consapevolezza di sé.
Poter collaborare oggi con animatori albanesi che erano i bambini di qualche anno fa è una grande soddisfazione non per inorgoglirsi, quanto per rallegrarsi che la voglia di fare gratuitamente gli uni per gli altri e tutti per i più piccoli è una carta vincente in un mondo spesso troppo utilitaristico.
L’università e il lavoro sono ambiti necessari e ineludibili per ognuno di noi, ma se illuminati da questi giorni, acquistano valore migliore e immenso. Sottrarre 15 giorni a spiagge o luoghi turistici non è una perdita ma un investimento e chi ha vissuto queste opportunità non solo lo ricorda, ma lo sa bene e ne gode ancora i frutti dopo anni.
L’Albania è un paese in crescita, tra molte contraddizioni e ancora più speranze seppure costellate dalla fatica della maturazione. Dare a dei fanciulli dei momenti di gioia, delle regole per giocare bene e meglio insieme, vedere le loro mamme uscire dalle case e radunarsi insieme per parlare tra loro e aiutarci a costruire il tempo dei loro figli è il frutto più importante dopo 15 estate trascorse a Milot.
Qualche giorno fa il viceministro degli esteri, ricevendoci a Tirana ci invitava a costruire con perseveranza il futuro di questo paese specialmente di fronte a ciò che sembrerebbe non funzionare o cambiare.
I kampiveror sono questa perseverante azione educativa propria dei padri Barnabiti che viene tramandata anche dai giovani con cui essi lavorano.
Vogliamo giovani vivi, scrive papa Francesco nella sua lettera ai giovani Christus vivit: a Milot il kampiveror2019 è proprio il campo di giovani vivi per un mondo vivo; il campo di giovani che non solo si chiedono chi sono, ma anche per chi sono. Giovani per il futuro di questo paese e delle proprie vite.
Faleminderit ragazzi di Milot, suore Angeliche di Milot, padri Barnabiti di Milot, viceministro degli esteri Sokol Dedja, consiglieri del ministero Besian Zogaj e Irida Laçi.
Faleminderit (grazie) giovanizaccariani 2019, faleminderit kalamajsh!
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Giannicola M. Simone
Ufficio Pastorale Giovanile PP. Barnabiti
Il miracolo della gioia di Lourdes
Ogni giorno abbiamo la possibilità di imparare qualcosa di nuovo dalle tante esperienze che ci accadono; tuttavia, tornata per il secondo anno dal pellegrinaggio a Lourdes, posso affermare di non aver mai vissuto delle emozioni così intense e profonde come in questi giorni. Raccontare quanto provato in questa meravigliosa esperienza per il mio cuore, per la mia vita non trova mai le parole giuste e sufficienti.
Penso che Lourdes sia veramente un posto speciale, dove si respira un’atmosfera indescrivibile, piena di pace e amore, dove anche il più piccolo gesto: un sorriso, un abbraccio, una parola gentile arrivano a toccare direttamente il cuore di chi ti circonda.
Sette giorni vissuti con altri, non pensando a se stessi, ma offrendo a chi ci sta accanto il nostro tempo e le nostre energie. Ho capito come, in realtà, è solo donando ciò che si ha agli altri che si riceve qualcosa di più grande e importante. In questi giorni, ogni volta che qualcuno mi ringraziava anche per il più piccolo servizio o per una semplice chiacchierata, riflettevo su come avrei dovuto io ringraziare gli altri, perché da ogni incontro, scambio, condivisione ho imparato qualcosa che custodirò nel cuore per tutta la mia vita. Infatti, in ogni incontro, in ogni gesto e anche nella sofferenza c’è tanto amore per cui ho imparato che la cosa più importante è saper aprire il proprio cuore agli altri per poter dare e ricevere.
Prima di partire per Lourdes la prima volta ricordo, inizialmente un po’ di timore; essendo io solitamente una ragazza un po’ timida, avevo paura di non riuscire a essere di aiuto. Tuttavia, ho poi subito capito come nel momento in cui si è davanti a persone disposte ad aprirti il loro cuore, spontaneamente, anche tu riesci ad aprirti agli altri. Infatti, l’amore vince ogni barriera e penso che un miracolo si compia a Lourdes ogni giorno: vedere migliaia di persone, provenienti da tutto il mondo, condividere insieme la stessa esperienza, pronte a tendere le proprie mani per poter aiutare ed essere aiutati, credo che sia un grande miracolo d’amore.
Ho imparato che nella vita non si è mai soli e che il Signore non ci abbandona mai. Egli ci sta sempre accanto, incontrabile nel prossimo che ci tende le sue mani, perché la cosa più bella è poter incontrare gli altri e offrire loro il nostro amore. Dalla grotta la Madonnina osserva ognuno di noi, legge nei nostri cuori, ci affida alle persone capaci di sostenerci e non ci lascia mai da soli.
Molte volte, ci lamentiamo per anche i più piccoli problemi e non ci rendiamo conto delle grandi fortune che abbiamo ricevuto, ma che spesso diamo per scontate. Vedere come anche chi è nella sofferenza ha sempre la forza di sorridere e donare amore, mi ha fatto capire che nella vita bisogna essere sempre gioiosi e bisogna saper accettare tutto quello che ci capita: sia le cose belle che quelle più tristi, perché ci sarà sempre qualcuno che camminerà al nostro fianco, con cui condividere gioie e dolori.
Una delle cose che mi ha colpito di più, è stato vedere come un semplice sorriso fosse in grado di donare felicità e amore; un sorriso e uno sguardo possono comunicare a chi ci circonda molto di più di quanto possano fare mille parole, come una luce accesa nella notte, capace di ridare speranza.
Durante la processione del flambeaux, ognuno è diventa portatore di luce con la sua candela: quante lacrime per la gioia, perché ho capito che il nostro compito è quello di portare luce, speranza, felicità e gioia nella vita di chi ci sta accanto.
Chi ringraziare per tutto ciò?
Le dame, i barellieri, l’organizzazione dell’Unitalsi e la mia Scuola per avermi dato l’opportunità di vivere quest’esperienza unica, infatti è anche grazie all’esempio e all’amore di chi mi è stato vicino e mi ha guidato in questi giorni, che ho potuto vivere così profondamente questa settimana a Lourdes.
Francesca Carloni IV sc. Ist. Zaccaria Milano